El mito de Hitler by Ian Kershaw

El mito de Hitler by Ian Kershaw

autor:Ian Kershaw [Kershaw, Ian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1987-01-01T05:00:00+00:00


Pese a que la abierta oposición, como mostró la «Rosa Blanca», resultaba inútil ante el poder de la Gestapo, y a pesar de que los grupos de la resistencia se veían necesariamente obligados a proseguir su trabajo de forma secreta y aislada, su hostilidad al régimen nazi presentaba ahora una falta de sintonía con el clima de opinión mucho menor que la que había tenido incluso unos pocos meses atrás, antes del desastre de Stalingrado. Ahora estaban llegando al SD informes que decían que la gente —en especial los vinculados a las Iglesias— empezaba a expresar la esperanza de que la Wehrmacht acabaría haciéndose con el control del Estado, y que habría una victoria final para Alemania, pero no para el nacionalsocialismo.[97] La propia «Rosa Blanca», evidentemente, dio pie a rumores —que circularon con profusión por Baviera y otras muchas partes de Alemania— «sobre la existencia de grandes manifestaciones de estudiantes muniqueses», de malestar e incluso de sentimiento revolucionario en Munich. También se decía que «la gente hablaba de las pintadas y de la propaganda aparecida en hojas volanderas de contenido marxista en los edificios públicos de Berlín y de otras ciudades».[98] Un juego de palabras con la designación oficial que daban los nazis a Munich, llamándola «capital del movimiento», la apodaba ahora oficiosamente como la «capital del contramovimiento». Se decía que estaba aumentando la propaganda en favor de la restauración de la monarquía, que había dejado de ser aconsejable utilizar el saludo de «Heil Hitler» o llevar el brazalete con la insignia del partido, y que «antes o después» podría estallar una revolución en Munich.[99] Varios informes confirmaron que, de hecho, el «saludo alemán» rara vez se utilizaba ya en el sur de Baviera, y que a veces era manifiestamente rechazado por los familiares de los soldados «caídos».[100] Proliferaban los chistes y los dichos ingeniosos sobre el führer. Un hombre fue conducido ante el «Tribunal Especial» por decir que los alemanes no necesitaban temer a la hambruna en esa guerra, ya que Hitler poseía la mayor granja del mundo, puesto que «le seguían a todas partes 90 millones de borregos y regentaba una gigantesca porqueriza».[101] Ala popular melodía de éxito cuyo primer verso decía «Todo pasa, todo desaparece», la gente le añadía esta segunda parte: «Hitler caerá en abril, el partido en mayo».[102] Y brotaban de nuevo los rumores sobre la salud de Hitler: se decía que estaba enfermo, loco, ciego, que había sufrido una crisis nerviosa, o que, como consecuencia de una enfermedad mental, se había visto obligado a dejar el liderazgo del Estado en manos de los militares, y que éstos le habían pegado un tiro.[103]

Los rumores sobre la salud de Hitler y su situación mental crecieron todavía más tras el cambio de fecha de su discurso del «Día de la Conmemoración de los Héroes» del 14 de marzo a la siguiente semana, el 21 de marzo. Según el principal resumen del SD, el discurso disipó los rumores sobre su salud.[104] Esta afirmación del SD era exagerada.



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